!

Mi intención no es ser un poeta ni un juglar, solo se que es mi dicha poder plasmar lo intrínseco de mi ser, la esencia tal vez de lo que soy, en palabras, es así como las vomito de mi mente, las vomito en el papel y en el teclado, ellas solas quieren salir de mi, y dichoso soy por el que las lea, y dichoso es quien contempla un relato en el que he entregado mi pasión y mis ganas, dando paso, a mi irreverencia, que podrá sacar una carcajada, o a mi profundidad, que podrá cautivar y emocionar.

domingo, 23 de agosto de 2009

..:: Seis cuerdas ::..


En mi cápsula de introspección, aletargué mis pensamientos durante un tramo, vociferando en mí cecera intrincados pensamientos… Las macabras memorias invaden con ahínco, aterradoras imágenes que ni el mas fuerte de los mortales podría concebir, me refiero a un hombre común en su sano juicio, no a un enfermo con rasgos psicopáticos, tal vez solo un psicópata esquizofrénico logre entender, lo que yo aún no me explico…

En la mañana tocando guitarra en el patio de mi casa, como de costumbre, con gran satisfacción y alegría del alma, me disponía a tocar una nueva pieza, cuando me sentí de pronto observado, es extraña esa sensación, y puedo diferenciar dos, la primera es que te observan y no te impacienta, pues crees será una compañía amistosa, la otra es que te observan y te sientes mal, te estremeces por aquella insidiosa mirada que te intriga, con ganas de desenmascararla luego. La cosa es que esta mirada era como la segunda, me impacientaba, me molestaba, me hervía la sangre… Y estaba ahí, sobre la pandereta, con sus ojos grandes y amarillos, endemoniados, malditos. ¡Mirándome directamente a los ojos! Era robusto, con su cola pomposa danzando una burla sin cesar, de color negro, desafiándome, mirándome, ¡mirándome!... los gatos nunca me agradaron, pero nunca llegué a odiarlos, entonces supe que a este lo odiaba.

El gato salto sobre mis piernas, ronroneando para que lo acariciara, y en su obeso salto, con sus patas delanteras hizo dos rasguños en la fina madera de mi guitarra, entonces mi sangre hervida comenzó a evaporarse. Tomé al gato del cuello con mis dos manos, lo apreté tan fuerte que casi lograba empuñar mis manos en su cuello, sus ojos se desorbitaron, intentaba decir algo, movía sus patas rasguñando mis brazos, y mas me enojaba, mi dolor se acumulaba solo para convertirlo en ira hacia el. ¡Gato maldito!, era lo único que gritaba mi mente, sin analizar la situación, como de costumbre lo suelo hacer, solo lo estrangule, entonces sentí placer por hacerlo, y pensé en mi guitarra, y era un odio mas un placer… y el gato no movió mas las patas.

Cuando el animal ya no mostraba signos de vida, lo dejé caer al piso como quien bota una bolsa de basura al suelo, mi odio se había acumulado, y sentía mi cuerpo caliente de tanta rabia, aún con el animal muerto a mis pies, tomé mi guitarra, para ver sus daños, y ¡que es esto!, el infeliz rompió una cuerda, el muy desgraciado rasguñó mi guitarra, ¡y además rompió la primera cuerda de esta!... sin razonar nada mas, desde este momento mi cuerpo se manejo solamente por la ira, no existían pensamiento razonador que me detuvieran, estuve solo poseído por el espíritu de venganza que nunca creí poder detener…

Recogí al gato del suelo, miré mi guitarra estropeada, como para darme mas ánimos a lo que aún no sabía que iba a hacer, entonces saqué una pequeña navaja que siempre tengo en el bolsillo, la desplegué, y de un certero corte abrí las entrañas del miserable, aún caliente, aún palpitante, la sangre escurría por mi brazo y chorreaba al suelo, metí mi mano, y jalé sus tripas con odio y fuerza, las estiré, y tensé tan bien, con tal precisión, con tal dedicación, como solo de un artesano de años de experiencia se puede esperar, y de ellas hice tres cuerdas para mi guitarra, las tres primeras, las cuerdas mas hermosas que he tenido, las tensé y dejé a tono, la primera con esa agudeza hermosa, las otras dos con un sonido mágico y armonioso, a pesar del enojo que aún tenía, podía proceder con delicadeza en todo lo que se refería a mi guitarra, todo con sumo cuidado.

Creo fielmente, que lo peor que un puede hacer con una persona alterada, es alterarla mas, uno nunca sabe que reacción puedan tener… Por la pandereta se asomó la dueña del gato preguntando por este, era una señora gorda, de pelo abultado rojo, un arbusto endemoniado fue lo que vi., sobre una masa amorfa de grasa andante. La gorda al percatarse de macabro hallazgo, su gato esparcido por mi patio, palideció, y dio un grito sin fuerzas, un grito casi sin aire, el que me permito en ese mismo instante, tomarle de la ropa y lanzarle de cabeza al suelo, dándole la muerte instantánea. Mis manos nuevamente se empezaron a mover solas, la ira se apiadaba de mi, recuerdo haberme dicho, mientras movía mis manos, en macabras acciones ¿como es que hay gente tan gorda?, ¿para que gritaste estúpida?, que bien suena mi guitarra, y el rayón en la madera, ¡el maldito rayón!... me vi nuevamente con la navaja en la mano, y el abultado vientre de la señora bajo el, entonces me dije… Aún faltan las otras tres cuerdas más gruesas de mi guitarra.

Cuando volví en mi, tal vez una hora después, cuando mi lado animal se durmió, y mi razón volvió a fluir, mi corazón aún latía agitado, excitado de tanta adrenalina, tenía la guitarra en mis piernas, estaba afinada ya, el sonido mas hermoso, el sonido mas limpio, las cuerdas mas bellas… ahora tendría que pensar fríamente en lo que haría con esta masacre, esta sanguinolenta escena, este lienzo marchito de odio, teñido de venganza.

Cavé un hoyo profundo tras un arbusto, deje los dos cuerpos ahí, a unos ciento cincuenta centímetros abajo, esto tendría que resultar… traje unos tarros de café los abrí y esparcí sobre los cuerpos, también les puse un poco de cal blanca, aplique todo cuanto conocimiento de ocultar cadáveres conocía, la cal para el secado del cuerpo y evitar la putrefacción, el café para desorientar al olfato canino…puse un poco de tierra sobre esto, y nuevamente repetí el proceso, lo hice así unas tres veces, después puse un saco de cebollas sobre la tierra suelta,

No hay comentarios: